lunes, 3 de agosto de 2009
Frazada Corta
Esta expresión solemos escucharla a menudo. Sobre todo en tiempos de crisis, o cuando se avecinan horizontes de dificultades económicas. El lector sabe y habrá escuchado varias veces la redundante explicación del significado. No me detendré en ello.
Pero sí quisiera advertir acerca de la falacia —o mejor: mentira— que esta simple expresión contiene si la referimos a la cuestión social cuando queremos decir que los bienes no alcanzan para todos.
Si miramos nuestro país, todos afirman (oficialistas y opositores, INDEC y otras fuentes) que hubo un crecimiento económico importante (como en otros países de la Región y del mundo) entre el 2002 y el 2007. Creció la riqueza, pero la pobreza, si bien descendió, no lo hizo en la misma proporción. Claro que descendió la pobreza, la desocupación, la miseria; pero, para expresarlo mejor, la distribución de esa riqueza generada no fue equitativa.
No es suficiente un progreso desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo ha de ser integral, que abarque “a todo el hombre y a todos los hombres” como afirmó Pablo VI en 1967.
Para algunos sectores de la población la frazada se extendió para cubrir a alguien más de la familia. Para otros alcanzó para cubrir una mascota o algún gasto excéntrico. A unos, para comprar una bici usada; a unos pocos, para adquirir un yate, un avión o un vehículo de lujo. Es absurdo pero no falso: hay mascotas que “consumen” más gastos que miles de niños: alimentos balanceados, peluquería, baños, paseador, veterinario. Sumá y vas a ver si miles de niños en nuestros barrios no tienen mucho menos presupuesto.
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"Frazada corta" escrito por Mons. Lozano, obispo de Gualeguaychú,
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